lunes, 14 de diciembre de 2009

Doncella

He aquí un adelanto del libro "Un Sueño, Un Deseo"
Esta poesía quedó casi al final del libro y está en un diálogo de Arthur a Akira en el que él dice:

Doncella de alas,
brillo incomparable,
hay en tu sonrisa
un aire inocente.

Doncella del cielo,
destello de Luna,
os habéis vestido
de flores muy puras.
Doncella, mi musa,
esencia de Diosa,
estando distante
os amaré siempre.

Mi Doncella blanca,
dejad tu sonrisa
grabada en mi alma,
tuya eternamente.

Doncella de luz,
por tus alegrías
y por vuestro nombre
me debo alejar.

Doncella de lluvia,
te he de asegurar
que del infinito
os voy a cuidar.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Ya está impreso

¡Hola a todos!
Ayer me entregaron 300 copias del libro (el Lunes tendremos otras 700) por lo que ya he podido ver en papel mi obra, fue elgo hermoso y con el libro ya en la mano hablamos sobre distribuírlo a través de Gandhi, lo que sería el mejor regalo navideño de mi vida
La idea es que el libro tenga un precio de $180 para que sea accesible...
Espero darles buenas noticias sobre la publicación muy pronto, algunas personas ya están leyendo el libro con todo y su dedicatoria ¿pueden creerlo? --- (yo aún no acabo de creerrmelo)
Chiao y que todos sus sueños se hagan realidad

martes, 8 de diciembre de 2009

Prólogo del Libro

Les dejo el prólogo del libro... Disfruten
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Jamás pensé encontrarme con mi primer hada a esta edad, confieso que siempre tuve curiosidad por los seres mitológicos, como cualquier otro niño, pero mi fascinación estaba más enfocada en convertirme en hombre –lobo atormentado, solo aullándole a la luna. Para cuando tuve diez años y ningún insecto radiactivo me había dado poderes y mis experimentos científicos “mi alegría” habían agotado su potencial, me quedó muy claro quedebía circunscribir aquellos pueriles anhelos a la repisa de la fantasía; en ella, mi medalla olímpica en los 100 metros planos venciendoal competidor americano por una nariz, y tantos otros que con el paso del tiempo llenaron ese espacio. Así aprendí que todo es posible.
Pues bien, ella no parecía ser un hada, al principio no noté sus alas, el sweater verde confundía su color y para ser honestos nadie busca hadas en la secundaria, pero ahí estaba ella, cada lunes, miércoles y viernes con su tarea lista y su pelo largo sentada al frente, tratando de comprender a sus demás compañeros (es natural que tuviese que hacer un esfuerzodoble siendo un hada adolescente)
Fue así que empecé a escuchar sus historias cinco minutos después de cada clase y entre gritos, papeles, lockers, cuadernos y listas de asistencia me fueron revelados los secretos de aquel mundo que solo ella podía salvar.
Nunca pensé que pudiesen ser ciertoshasta que llegue aquí, al mismo punto dondetu estás, ahora no puedo forzarte a entrar,es contra las reglas, pero sí puedo decirte queno te arrepentirás si lo haces, así que si lo decides,sigue al conejo blanco e intérnate eneste mundo.
Isaías Mercado Neave

domingo, 22 de noviembre de 2009

El libro "Un Sueño, Un Deseo"

Bueno, pues como muchos de ustedes ya han de saber estoy escribiendo un libro de fantasía titulado UN SUEÑO, UN DESEO ( por razones obvias O.o )
Dejo aquí partes de capítulos que desafortunadamente he decidido borrar. Eran apenas borradores y además cambié mucho la historia así que disculpen si tiene algun acento de mas o le faltan comas. Son como los bloopers así que preferí dejarlos como los escribi de principio.
¡¡¡Por favor comenten, no daré detalles de la historia antes de tiempo pero se que les gustara!!!
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John, enamorado <---- Al final ni siquiera entró John en la historia. --- John se levantó de madrugada y caminó en dirección a su ventana. No podía sacar de su mente la imagen de Akira que, aunque lo había mirado con desprecio al darse cuenta de que el mago pudo ver el resplandor de sus dedos en la oscuridad aún le parecía encantadora. Era un resplandor diferente, no como el de una hechicera al hacer un conjuro, ni como una luciérnaga en medio de la noche, mucho menos como una vela cualquiera. Era un extraño resplandor azul marino, como si en lo más profundo del mar donde la luz jamás ha acariciado las escamas de los peces de repente el agua comenzara a tomar vida y brillar sin más. Jamás había notado su brillo porque el velo negro de su cara se lo impedía y el resto de su piel estaba siempre cubierta por una túnica negra que cubría de su cabeza hasta sus pies. Sentía que su luz le había llenado el alma de una extraña mezcla de sentimientos. Por un lado estaba una emoción intensa que lo llenaba por dentro como si hubiese visto en la oscuridad la silueta de la misma Ayné, la diosa de la magia blanca y todos los seres mágicos y puros, sus hijos. Pero por otro lado estaba una angustia terrible, una oscuridad horrorosa, algo igualmente indescriptible que le ponía los nervios de punta de solo pensar en eso. Su luz le producía una paz infinita y lo llenaba de terror. No sabía que se había producido primero, pero sabía que alguno de los sentimientos no pertenecían a aquella criatura que llamaban Akira. Pensó en un Yin-Yang pero rechazó la idea automáticamente, en un Yin-Yang el lado blanco y el negro vivían en armonía pero en Akira parecía como si cada uno intentara apoderarse de ella al mismo tiempo y ninguno lo consiguiera. Le llenaban el alma las dudas que él mismo se había planteado y se descubrió a sí mismo mordiendo con desesperación sus labios que sangraban y dejaron su dentadura de color carmín. Regresó a su cama, obligándose a sí mismo a pensar en otra cosa. Tomó la cobija entre sus manos y haciéndose un ovillo se la echó sobre la cabeza. Trató de recordar lo que había hecho en el día, hechizos, transformaciones, lo que fuese. Para su desgracia no podía recordar ni su propio nombre. Un dolor de cabeza acompañado de una profunda tristeza comenzó a apoderarse de su mente al evocar la luz de Akira involuntariamente. De pronto pensó en una luz pura y de un azul cielo brillante. Apenas pudo sentir el alivio cuando alguien tocó a su puerta. ________________________
Los Emernus <--- borrado porque muchas personas me dijeron que no entendían la escena aún con todo el contexto.
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Ocre y Simaret habían nadado durante días hacia el fondo del mar donde los emernus deberían estar. Cada vez veían mucho menos a causa de la falta de luz, de modo que difícilmente podían ver sus propias manos. Seguían bajando y ambos comenzaban a preguntarse qué tan lejos estarían, además mientras más bajaban menos comida podían conseguir.
La luz se había extinguido ya por completo y los sonidos eran tan escasos y poco audibles que ambos se sentían incómodos al hablar y romper ese silencio imperturbable.
Pero de pronto Ocre chocó contra un extraño objeto de forma muy peculiar. Tenía una textura realmente reconfortante, era tibio y suave. Lo siguió tocando por unos segundos hasta que recordó que Simaret seguramente seguiría avanzando.
- Simaret –la llamó él- ¿dónde estás?
- Aquí estoy –respondió la voz de ella tan cerca que el tritón no pudo evitar asustarse un poco.
Entonces él comprendió que ambos habían chocado contra el mismo objeto.
- ¿Lo sientes tú también? –preguntó Ocre.
- Sería toda una lástima no tocar ésto –respondió con un tono de placer en sus palabras.

- Se siente tan… tibia – dijo él.
- Es que es tan… frío –susurró ella.
- Es tan tersa, llena de vida.
- …de perfecta moldura…
- Se siente, imperfecta…
- …liso…
- …pero de suave consistencia…
- …más fuerte que la tormenta…
- …y quizá alguna presencia…
- …de belleza incomparable…
- …la llegue a sentir ésta preciosa materia…
- …que la belleza de éste objeto sea decreto en éste momento…
Y ambos a coro dijeron:
- Desearía poder tatuar en mi piel lo que a mis sentidos provoca sentir ésto… aunque a cambio de aquello con verso y memoria en mi corazón guardaré detalle de la historia vivida y el hallazgo sagrado… pero, dios mío, ¿dónde me hallo?
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Perdida <--- Borrado porque (como dije arriba) John se quedó fuera de la historia.
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- ¿Dónde estás? Se ha perdido mi doncella.
- Estoy acá.
- No Akira, te has ido. Estás en la cama y tan lejos que no puedo verte.
- ¿Dónde podría irme? Aquí lo tengo todo, te tengo a tí.
- Bésame entonces y recuérdame que me amas con esos labios rojos que tienes.
- Ésto es ridículo.
- Demuéstrame tu amor y recuérdame quién eres con tus labios sobre los míos, ¿o qué es que acaso te has marchado tan lejos que no puedes ni recordar el camino de regreso? Bésame y que el olor de tu piel quede impregnado sobre la mía.
Entonces ella se le acercó poco a poco con los ojos abiertos, las cobijas bajaban desde sus hombros hasta su cintura a medida que avanzaba. Los labios del hada quedaron posados sobre los de Arthur y cuando él estuvo a punto de poner sus brazos sobre el cuello de Akira como acostumbraba hacerlo comenzó a analizar su semblante.
Sus ojos daban la impresión de estar en una lucha entre sus impulsos de abrirlos y la fuerza que los mantenía cerrados. Sus mejillas permanecían frías y sus labios no brillaban con aquél dulce resplandor que los caracterizaba. Ella puso una mano sobre cada uno de sus hombros para jalarse hacia él con suavidad…
Pero Arthur puso su mano entre ambos cuerpos deteniendo a Akira y haciéndola abrir los ojos de golpe.
- Estás demasiado lejos y no dormiré junto a alguien que no puedo encontrar –dijo mientras con un hechizo levantaba una pared de piedra entre ambos- Cuando regreséis a la habitación podréis destruir ésto y sabré que mi doncella comparte de nuevo la cama conmigo.
Akira miraba todo con calma, de haberse percatado de la situación quizá hubiese bajado la pared al instante y se hubiese acostado sobre el pecho de Arthur esperando a que la aceptase entre sus brazos pero aquella noche lo contemplaba como en una película. Estaba ausente, lejos y sin un mapa de regreso, quizá ni siquiera quería regresar.
Se había acoplado ya a la idea de pertenecerle a Arthur en cuerpo y alma y de verdad lo amaba con cada uno de sus defectos y virtudes pero de cierta forma sentía que una parte de ella sentía por John algo nuevo e indescriptible.
Cada uno de los instantes que John y Akira habían pasado juntos eran tan puros y sinceros que no podía hacer menos que extrañarlo cuando su silueta se perdía en el horizonte sin poder mirar atrás.
Si, ahí estaba ella, en el horizonte, buscando la mirada de aquél mago a quien podría considerar muerto desde el instante en el que Arthur se enterase, pero por supuesto Akira no lo llegó a pensar, la venda que el corazón pone sobre los ojos es mucho más gruesa que cualquier otra y son pocas las cosas que pueden quitarla.
Aquella noche Akira no podía dormir, imaginaba que de pronto entre sus sábanas una dulce brisa se colaba y luego se convertía en un beso apasionado que le arrebataba el aliento en un segundo. Sabía que cualquier relación con John terminaría en una tortura larga y dolorosa frente a los ojos de Akira que acabaría con la vida de John.
No era comparable lo que ella tenía con cada uno de los dos, John era romántico, melancólico, soñador, un poeta sin intenciones que fuesen más allá de poder acariciar su piel cada mañana y sentir el calor de sus besos, quizá no fuese interesante ni poderoso y a veces hasta fuese algo aburrido pero al menos era puro de corazón. Arthur era más caprichoso, él había querido un imperio y ahora lo tenía, quiso a su doncella ya la tenía pero también era muy inteligente y misterioso que llenaba a cualquiera con preguntas sin respuestas de tan sólo verlo. Amaba a Akira a su modo protegiéndola y lastimándola al mismo tiempo. Era irónica la forma en la que podía hacer ambas cosas en un segundo, le quitaba a toda su familia en un incendio para de pronto protegerla de todo mal y darle poder y una nueva vida. Fuese como fuese ambos la amaban y ella comenzaba a sentir que de a poco se dividía en dos su alma para cada una seguir su camino.
El tiempo cumplió con su deber y acabó por cerrar los ojos de Akira que se acurrucó sobre sí misma mientras se iba perdiendo entre los sueños y la verdad tan lejos de la pared divisora como la cama se lo permitió.
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¿Odio? <--- borrado porque la escena se cambió MUY drasticamente y como escribi esto mucho antes de llegar a esa parte acabe por detestarla jeje
Aclaro, cambié el nombre de Rednak (suena muy poco poético) por Arthur
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Akira despertó agitada, era una habitación hecha de hojas, madera seca, tierra y magia. Una habitación construida por hadas de otra aldea sin duda, se asomó por la ventana apartando con su mano la hoja gigantesca que cumplía la función de ventana y vió ante ella un cuadro que la hizo regresar de golpe a la realidad, se quedó muda, paralizada.
Era una mañana hermosa, llena de vida. No sería ni medio día pero todos estaban ya fuera de sus casas recolectando frutos para el desayuno. Los más pequeños corrían y jugaban en el pasto.
Pero ésto no evitó que Akira saliera por la puerta de la choza, casi tirándola mientras pasaba, caminó sin la gracia que caracteriza a las hadas. Se detuvo sólo cuando se encontraba frente a frente con Dirsa que en sus brazos llevaba a Natsic envuelto en una tela fina que lo mantenía fresco sin dejarlo descubierto.
Akira cruzó sus brazos sucios sobre su pecho, como esperando una excusa de Dirsa que explicase por qué seguía teniendo al bebé humano junto a ella como si fuese su propio hijo. Aquello no sucedió, cosa que desquició a Akira por completo.
Dirsa comprendía perfectamente lo que pensaba Akira, sin embargo no sería ella quien rompa el hielo y sostuvo su mirada, orgullosa.
- ¿Qué esperas?- preguntó Akira impaciente.
- ¿Qué esperas tú que haga?- contestó su gemela entre serena y extrañada.
- Que hagas lo que debiste haber hecho desde que lo encontraste.
- De ser un peligro -dijo Dirsa-, podríamos controlarlo. De ser un espía podríamos confundirlo. De estar perdido podríamos regresarlo. De estar lastimado podríamos curarlo. De llegar a ser de la familia…
- ¡Tienes que deshacerte de esa cosa! -gritó Akira involuntariamente en un intento de aniquilar al humano con la mirada.
- Es demasiado pequeño, demasiado débil, demasiado humano y mortal.
- Por eso exactamente debes dejarlo. Dirsa, entra en razón, es un peligro. No por nada los humanos fueron desterrados por los dioses del mundo mágico. ¿Quieres que acabe con nosotros o acabarás tú con él?
Hubo un silencio largo durante el cual Natsic comenzó a llorar.
- Yo no acabaré con un miembro de la familia.
Akira comenzaba a exasperarse. Poco a poco era más difícil estar cerca de Natsic y no lanzársele encima como lo hace un lobo sobre la carne fresca.
- Entonces lo tendré que hacer yo. -dijo en un tono completamente frío y sombrío. Después agitó sus alas hasta escapar del campo de visión de Dirsa e internarse en el bosque.
Tan solo un hada había escuchado parte de su conversación: Jade, una de las habitantes más influyentes de Daep. Dirsa nunca sospechó que ella sabía de antemano la causa de la discusión de las dos gemelas y por eso se retiró sin decir una palabra, esperando que Jade no dijese nada a los demás sobre el tema. Aunque todos parecían ocupados y Dirsa se preocupó por estar suficientemente adentrada en el bosque como para que nadie las escuchara comprendió que cualquier detalle podría traerle problemas. Cruzaron una rápida mirada y después Dirsa se levantó en vuelo con el pequeño aún entre sus brazos mientras Jade seguía de paseo por el poblado, melodiosa como si bailase frente a un muy importante público.
Mientras tanto en el bosque Akira se debatía contra una nueva sensación dentro de su corazón: un odio intenso. Tanto lo era que muchos impulsos llegaron con él: llegó el instinto acesino que asustó a su luz de hada a tal grado que comenzó a opacarse en un aviso a su mente de que no dejaría de ser lo que es: un ser de luz, hija de Ayné.
Recordó su sueño, pensó de pronto en la voz que le había hablado en sueños, ¿sería real aquello? Aquél tal René, Reúna, Ridenk, ¡Rednak! Pensó en todo lo que le había dicho, pero puso más atención en lo que no le había dicho, como lo que era. Sabía quién era, más no que. Bien podría ser otra hada, un elfo, un tritón o un gigante.
Se estremeció al pensar que alguien pudiese llegar hasta su subconsciente de aquella manera y simplemente hacerla soñar lo que él quiso.